Ha sido también colaborador de Solidaridad Canaria, fundador y primer Presidente del Centro Canario de Estudios, Amistad y Solidaridad entre los Pueblos de África “Amílcar Cabral” y de su editorial Tagoror, director de la revista “La Sorriba”, colaborador habitual de la prensa escrita, tanto impresa como digital, y autor de prólogos en diversos libros.
- ¿Cómo ve el deterioro medioambiental de nuestro Archipiélago?
Es una pregunta que requiere una contestación algo larga incluso aún sin referirnos al agotamiento de los combustibles fósiles y el continuo encarecimiento de una energía que, muchas veces, derrochamos.
Se trata de un grave problema que se agrava aún más de forma acelerada y no solo en Canarias, pero aquí, por nuestra condición de territorio insular fragmentado y de pequeña dimensión, el deterioro es más irreversible. El medio ambiente no está desligado de la situación política y del sistema económico. Más bien todo lo contrario. Las propuestas políticas y su correspondencia económica son los que están determinando la situación en que nos encontramos. La corrupción se genera forzosamente en un sistema donde el único valor que determina cualquier actuación es la obtención de los máximos beneficios y esos beneficios, para obtenerlos, necesitan que se consuma incluso por sobre las posibilidades.
Pero no es solo la corrupción. Es también la opresión el eje del sistema. La sociedad capitalista es destructiva con el medio por ese desmedido consumo. Ya desde 1980 la capacidad de producción de productos naturales del planeta igualaba al consumo que de los mismos se hacía, pero desde entonces el consumo se ha duplicado y la producción no. El informe “Living planet report” de 2006 del Fondo Mundial para la Naturaleza establecía como medida para el consumo la llamada “huella ecológica” que es el número de hectáreas de tierra del planeta que cada persona de un país determinado necesita para mantener su grado de consumo. Teniendo en cuenta que con la población mundial entonces existente, las posibilidades de regeneración de los productos naturales para mantenerla necesitaba 1,8 Ha/persona, nos encontramos que la media de los 144 países analizados en el informe era de 2,2 Ha, esto es, que se necesitan 15 meses de producción de recursos del planeta para mantener el consumo anual. Pero este dato, con ser grave, es engañoso, porque por ejemplo un gringo en USA tiene una huella ecológica de 9,6 Ha quintuplicando la proporción de lo que le corresponde, España deja una huella de 5,4 Ha/persona, dos veces y media la capacidad de producción pero a su vez países como India no llegan a 0,8 Ha.
Trasladando los números a nuestra tierra, los dos millones doscientos mil habitantes fijos necesitan la producción de casi cuatro millones de Ha (11,9 millones de Ha si atendemos a la huella ecológica del Estado Español) y nuestro territorio en superficie total no llega, contando islotes, a 750.000 Ha. Somos, por tanto, un territorio dentro de los que podríamos llamar “privilegiados” ya que consumimos recursos producidos por otros. Ahora bien, la pregunta es ¿aprovechamos los nuestros? De esas 750.000 Ha. de territorio que tenemos, solo 142.600 son “Superficie Agraria Útil” (SAU). De ellas, según los dos últimos censos agrarios publicados, en el del 89 se cultivaban 54.000, en el del 99 se habían reducido a 47.000 y, aunque aún no se ha publicado, en el del 2009 seguramente no pasamos de 42.000 Ha. Más de 100.000 Ha de SAU –el 70% del territorio agrícola- está baluto, abandonado a la codicia especuladora. Fuerteventura puede ser el ejemplo: de sus 9.500 Ha de SAU ¡el 90% está abandonado! pero los Srs. “nacionalistas” Domingo Berriel –para mayor escarnio Consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio- y Lázaro Cabrera, además de pretender destruir Tindaya, convierten en “Parque Desértico” la mayor parte de la superficie insular, salvo las especulables zonas costeras y “El Oasis” de La Lajita, propiedad, claro está del Sr. Cabrera. Ese “desierto” mahorero fue, en su tiempo, el granero de Canarias y hoy no produce grano ni para un par de pelotas de gofio por habitante. Toda Canarias solo produce el 0,6% del cereal que consume. ¡Nos llega para un escaldón por cabeza!
Al día de hoy no llegamos a producir el 16 % de lo que consumimos y más de las tres cuartas partes de lo que producimos se destina a la exportación, donde precisamente los cultivos exportables –plátano, tomate y pepino- son los únicos que cumplirían la condición de la FAO de que un territorio produzca el 75 de lo que consuma, pero eso sí, dedicamos una buena parte de nuestros recursos económicos a subvencionar -vía REA- a las producciones foráneas que importamos, desde las papas de Israel o Chipre a la fruta de Chile o España. Mientras, los terrenos se salinizan por la baja de la calidad de los acuíferos, que soportan una explotación superior a su capacidad de recarga con una población en permanente aumento y un turismo cada vez más exigente en el consumo de esta agua escasa. Añádase a eso las actuaciones municipales con su permanente empeño de incrementar el suelo construible en detrimento del agricola incluso en zonas sin expectativas de ocupación turística y protegidas por los correspondientes PIOT.. Valga como ejemplo el atentado del Sr. Macario Benitez, alcalde esperancero, que trata de cargarse un ARH de protección de Montañas en la finca en producción de Montaña Carbonero para, construyendo una vía de acceso de 12 m. de ancho, dar acceso a sus propios terrenos de pretendida urbanización llegando incluso a suprimir del padrón municipal a los legítimos propietarios, o el atentado a los vecinos de Ojos de Garza para facilitar una nueva pista al aeropuerto de Gando ante un muy hipotético aumento del turismo
Un vocablo hasta hace poco desconocido, el “pelotazo”, se ha asentado entre nosotros. Desde cambios en el uso del territorio hechos a posteriori de mastodónticas construcciones ilegales hasta el soborno puro y duro. Descarada prevaricación en muchos casos y enriquecimiento rápido parece ser la constante de actuación en muchos lugares de nuestra patria, donde solo en Lanzarote encontramos 22 grandes hoteles ilegales, pero se derriba Cho Vito, Tijoco, El Remo, La Bombilla, Tufia, Melenara, Majanicho, El Jablillo, Ajuy…, todas casas de autoconstrucción popular en los terrenos que, en su día, no interesaban a los especuladores y aprovecharon los explotados y hoy son objetivo del capital, pero al mismo tiempo grandes mamotretos como el de Las Teresitas siguen en pié a pesar de todos los pronunciamientos judiciales y son muchas las construcciones de lujo que festonean nuestras costas. Administraciones enteras locales e insulares implicadas en el saqueo y destrucción de un territorio precario con multitud de ediles envueltos en procesos vergonzosos y un Parlamento capaz de aprobar la destrucción de especies anteriormente protegidas sería una foto instantánea de nuestra realidad insular.
- ¿Qué podría solucionar la Independencia para Canarias?
En realidad creo que la respuesta a esta pregunta está, al menos parcialmente, contestada conjuntamente con la anterior. Las soluciones no vienen dadas solo por la independencia nacional. Si la futura República Canaria va a continuar las políticas destructivas de la actual administración autonómica, sucursal de la española y émulas ambas del neoliberalismo feroz que nos ha conducido a la actual crisis, que comenzó siendo financiera y ya va a pasos agigantados convirtiéndose en crisis global del sistema, de muy poco nos serviría la independencia. Por ello, a mi criterio, la independencia es un factor esencial para que tengamos la posibilidad de un cambio global, pero hay que unir la idea de lucha por la independencia con la de lucha por el cambio social y de modelo económico, y eso tenemos que hacerlo desde ahora, desde este período de lucha. No pueden valernos mensajes que a veces oímos en boca de militantes del tipo “Primero la independencia que, luego, plantearemos como vamos a desarrollar la política a aplicar” Ese planteamiento tenemos que hacerlo ya, de antemano, y que nuestro pueblo sepa para que queremos la independencia política y cómo vamos a gestionarla.
¿Cree importante un apoyo exterior para lograr la Independencia?
Creo importante que el movimiento independentista canario, como cualquier otro que pretenda cambiar una realidad que no se queda encerrada en nuestras propias fronteras tiene que procurarse la solidaridad activa de todos los que en el planeta que habitamos estén también empeñados en ese cambio de estructuras. Apoyos exteriores sí, por supuesto, pero sin hipotecas ni alineamientos serviles.
De todas formas, solo la lucha tenaz y sostenida de nuestro propio pueblo hará posible alcanzar la independencia. Tenemos ejemplos a todo lo largo de la historia reciente que nos muestra que los apoyos son solo eso, apoyos, pero no determinan el resultado. En nuestro propio caso canario el apoyo que a nuestra lucha prestó en un determinado momento la OUA o naciones como Argelia a través del préstamo de medios de difusión como “La Voz de Canarias Libre” sirvieron para dinamizar el movimiento pero en modo alguno para lograr la meta final. El triunfo o el fracaso se deberá a nosotros mismos.
- ¿Sigue siendo partidario de una Ley de Residencia?
Sería un inconsciente si no siguiera planteando la necesidad de una Ley de Residencia como forma de regular nuestra población, aunque soy consciente de que sin la independencia, que nos permita regular los flujos migratorios fuera de la legislación europea, eso es una entelequia. Canarias tiene en estos momentos una densidad de población de 283 habitantes/km2, lo que nos coloca en el 41 lugar mundial de los países de mayor densidad de población (España, con 90 habitantes/Km2 estaría en el lugar 103 y, pa’colmo, nos exporta población). Añadamos a eso el hecho de que la realidad insular con grandes espacios sin posibilidad de habitación hace que esa cifra nuestra no sea verdadera y que nuestra población alcanza ya niveles de dificultad de sostenimiento. A lo largo del s. XX y lo que va de esta XXI hemos pasado de 357.000 habitantes en el 1900 al millón doscientos mil al día de hoy, multiplicando por 6,2 nuestra población, sin contar los doce millones de personas que recibimos anualmente. Esta tierra no es el camarote de los hermanos Marx. Esperemos que llegue a hacerse realidad lo que nos canta Yeray Rodríguez y que “no haya gente pa’tanta cama”, pero no porque se frene la construcción desaforada –que también- sino porque el flujo de foráneos se regularice adecuadamente. Inmigración sí, pero regulada y sin obligada preferencia de españoles o europeos a otras procedencias.
- Ante las próximas elecciones locales y autonómicas, ¿cuál cree que debe ser la posición independentista canaria?
El nacionalismo real, el independentismo, pretende destruir la relación dependiente que liga, jurídica y políticamente, a esta colonia con la metrópoli española, pero, en acertada frase de Gramsci que otras veces he recordado “no puede existir destrucción, negación, sin una construcción y una afirmación implícita, entendida ésta no en un sentido “metafísico”, sino práctico, o sea, políticamente como programa de partido” y, para Gramsci un partido es un elemento complejo de la sociedad donde empieza a concretarse una voluntad colectiva de construcción social que se expresa mediante el pensamiento y la acción. En nuestro caso es, o debe ser, la necesidad histórica de una doble liberación: nacional y social, por lo que toda acción política, todo programa, deberá dirigirse a preparar el terreno para el desarrollo de esa voluntad colectiva nacional-popular de conquista de esa doble liberación y esto se traduce en el binomio Independencia y Socialismo.
Los procesos electorales los planteo en este momento como una labor de sorriba del terreno y la posterior de arado y siembra. No vamos en este momento a recoger la cosecha. Sabemos que en una situación colonial y neoliberal como la nuestra no podemos pretender –simplemente por una razón matemática y física- obtener los resultados de las organizaciones estatales o las pseudonacionalistas que se agrupan en CC y sus hijuelas de NC y CCN, ni tampoco –de momento- cotas significativas de poder político y eso debe decirse a la militancia para no crear falsas ilusiones de triunfo, pero el nacionalismo real, el independentismo, no puede quedarse al margen de un proceso electoral que nos afecta directamente salvo que se autocondene a la marginalidad permanente. En mi criterio es un proceso que debe plantearse, tanto la participación como la política de alianzas, en función de un doble objetivo: la expansión ideológica y la vertebración de esa herramienta de liberación que es la necesaria organización de la izquierda independentista.
Soy también consciente de que no vamos a lograr nuestros objetivos finales sin un acuerdo amplio y democrático de todo el campo nacional-popular que engloba más planteamientos que los estrictamente socialistas, pero también lo soy de que solo la existencia de una fuerte organización representativa de ese pensamiento de la izquierda independentista puede frenar los crecientes movimientos que se aglutinan alrededor de posiciones de una derecha caciquil e insularista a ultranza proclive a adoptar el independentismo como medio para la continuidad de su proyecto de sociedad. Al menos dos veces se ha intentado esta organización unitaria de la izquierda independentista. Son las experiencias del FREPIC primero y del MLNC con la Declaración de La Gomera luego y las dos veces se ha fracasado. Hay que analizar en profundidad las causas y actuar en consecuencia.
- ¿Y ante las elecciones estatales?
Prácticamente vale todo lo dicho para las locales y autonómicas con el añadido de que en las elecciones estatales la opción de la abstención activa puede ser la más conveniente y coherente políticamente.
- Y, por último, ¿cuál ha sido, para usted, su mayor éxito político en todos estos años?
Ver crecer y desarrollarse una idea contracorriente y contra la alienación que siglos de colonialismo han impreso en nuestra mentalidad colectiva y mantener hoy el deseo y la capacidad de seguir luchando y creer en lo que digo y hago.