- En primer lugar, ¿cómo cree que llegó el Pueblo Guanche a Canarias?
Desde el punto de vista científico, no hay evidencias que permitan hablar de la existencia de un “pueblo guanche” que colonizara todo el Archipiélago. Las pruebas disponibles hasta ahora muestran una ocupación amaziq (o bereber) que parece diferencial, tanto en las fechas de llegada como en su contenido demográfico. No obstante, cada día se constata con mayor precisión una fuerte impronta meridional o tuareg en el conjunto de las Islas, pero no es menos cierto que aparecen también indicios de una consistente influencia septentrional, más diversa en su composición y en su distribución insular.
A partir de estas premisas analíticas, la investigación histórica tiende a pensar que el poblamiento amaziq de Canarias ocurre en dos momentos principales. El más lejano en el tiempo, a mediados del primer milenio a.n.e., seguramente en relación con algún proyecto fenopúnico para la colonización de la costa atlántica africana, aunque tampoco se cuenta todavía con pruebas definitivas al respecto. Y una segunda ocupación en torno al tránsito a la Era, cuando la dominación romana del norte de África habría podido expulsar hacia las Islas poblaciones desafectas.
En cualquier caso, el desarrollo de una cultura tan homogénea, dentro de sus peculiaridades insulares, obliga a pensar necesariamente en una empresa de colonización, viable sólo a partir de grupos humanos compuestos por un mínimo de 60 personas, con enseres y recursos para la subsistencia inmediata. Esto no excluye que pudieran haber ocurrido otro tipo de migraciones de menor entidad, pero desde luego resulta más difícil aceptarlas como la explicación principal.
- ¿Cree que la conquista española acabó con la mayor parte de la cultura indígena?
La conquista y colonización europeas del Archipiélago ha representado sin lugar a dudas una conmoción determinante en la historia de las Islas. Bajo una circunstancia como ésta, donde se priva a la población nativa de los medios y la capacidad de reproducir sus condiciones de vida material y cultural, la descomposición de esas comunidades y sus valores resulta sólo cuestión de tiempo. Pero la presión social ejercida por el colonialismo, acaso acentuada incluso por la realidad insular, tampoco liquida por completo esa naturaleza en la medida que siguen vigentes los regímenes de vida que contribuyeron a su desenvolvimiento. Cierta visión del mundo persiste durante más o menos tiempo en un devenir menguante. La quiebra, quizá definitiva, de esa identidad ya mestizada se acelera con la penetración del capitalismo en la producción a partir del último tercio del siglo XIX. Este cambio introduce nuevas relaciones económicas y sociales, que configuran otra percepción e imponen otras estrategias de adaptación a una constelación de necesidades e intereses donde el pasado adquiere vigencias básicamente ideológicas.
- ¿Cuánta relación conservamos con los Pueblos Amazighes del norte de África?
Es muy difícil medir hoy el grado de correspondencia. La canariedad actual posee una dimensión, abigarrada y compleja, que trasciende su ancestral substrato norteafricano, inactivo desde hace mucho tiempo como generador de identidad. Se trata de dos espacios que han sufrido una recomposición social y cultural muy severa, pero donde, además, la sociedad insular ha desarrollado una constitución diferente. Con todo, el patrimonio amaziq en las Islas contiene todavía eslabones muy notorios, tanto en el dominio de la genética como de la lengua y otras manifestaciones culturales. Pero, a menudo, ingredientes que han perdurado en una orilla se han perdido, decrecido o mutado en la otra. Sin embargo, cuando las investigaciones en ambos territorios operen con menos prejuicios y mayor precisión científica, seguro que se obtendrán perfiles más nítidos.
- ¿Cuál es la labor del Fondo de Cultura Ínsuloamazighe?
El FCI es una entidad científica, sin ánimo de lucro, independiente de cualquier tutela institucional y ajena por completo a propósitos políticos. Su objeto principal consiste en estudiar la cultura amaziq desplegada en las Islas Canarias, sobre todo en los ámbitos de la Historia, la Etnografía y la Filología.
En estos momentos, concreta ese trabajo en la realización de un diccionario de la lengua amaziq cultivada en el Archipiélago y la elaboración de un archivo digital de estudios relacionados con sus materias de investigación.
- ¿Hay conciencia sobre nuestro pasado en el Pueblo Canario?
Mi impresión es que, en términos generales, el pueblo canario ha vivido situaciones tan duras a lo largo de su historia, y con tan escasa capacidad de influencia sobre su destino, que no ha sabido encontrar ni crear cauces para reconocerse en ninguna faceta de su pasado.
Por descontado, en esa limitación han intervenido poderosos mecanismos de alienación y expropiación: un movimiento económico extravertido y depredador, la férula de un régimen caciquil omnipresente, una castradora ortodoxia cristiana o una más reciente estrategia de embrutecimiento difundida por los medios de comunicación y complementada incluso por una docencia acrítica. Condicionantes, en suma, de una formación económica que induce la desarticulación social y productiva, al tiempo que excluye a las clases populares del control sobre la reproducción de las bases materiales y simbólicas de la sociedad. Porque, en realidad, es preciso hablar de un lacerante desconocimiento no sólo de las diversas instancias del pasado, sino también de las dinámicas actuales.
Una debilidad orgánica en la que solamente un tosco y sesgado nacionalismo etnicista ha conseguido oponer alguna resistencia ideológica tanto al folclorismo incubado durante la Dictadura como al cosmopolitismo mercantilista, las dos expresiones más comunes de lo que hoy se promociona como cultura popular.
- ¿Cree que en la actual enseñanza canaria hace falta potenciar más el conocimiento sobre nuestro pasado?
A mi juicio, la gravedad del problema estrictamente docente en Canarias va más allá de la presencia o ausencia de unos contenidos específicos sobre la realidad natural, social o histórica de las Islas. Cierto que, de potenciarse esos recursos, cabe presumir una mayor implicación de toda la comunidad educativa y mejores escenarios para que los estudiantes aprovechen su actividad. Pero, sin una apuesta urgente y decidida por la renovación cualitativa, la acreditada insolvencia de este sistema seguirá produciendo porcentajes de fracaso escolar y analfabetismo funcional tan elevados como los actuales.
En un mundo globalizado, donde los conocimientos y la tecnología fluyen con un desenvolvimiento tan vertiginoso resulta imprescindible impulsar una docencia racional, crítica y con las suficientes competencias intelectuales y técnicas para que la juventud logre superar las tradicionales dependencias que lastran el desarrollo del Archipiélago.
Por supuesto, lo deseable es formar seres humanos conscientes de su identidad y capacitados para intervenir con criterio en la evolución de su entorno, pero a estas alturas de la historia de la humanidad queda poco margen para el engaño: mientras la sociedad siga armada sobre los intereses antagónicos de clases sociales enfrentadas en el devenir económico, no parece razonable esperar cambios radicales en la situación actual.
- Y, finalmente, ¿ha encontrado ayuda para su labor por parte de las instituciones públicas?
En general, ni la orientación de mi producción historiográfica y filológica ni las características de los temas que he abordado han suscitado demasiada atención por parte de las instituciones públicas. En honor a la verdad, he de admitir que tampoco realicé nunca muchos esfuerzos en esa dirección. De las dos o tres ocasiones en las que exploré la posibilidad de estrechar contactos, sólo encontré una respuesta positiva: cuando la Universidad de La Laguna accedió a que defendiera mi tesis doctoral, hecho que agradezco sinceramente.
Por lo demás, creo que el desencuentro ha sido mutuo y a ninguna de las dos partes parece habernos afectado. Un considerable esfuerzo personal y familiar me ha permitido abonar la posición profesional independiente que disfruto ahora, pero que, aun así, de ninguna manera pretende ser sectaria.